martes, 21 de junio de 2011

Metas Divinas

Cuando he trazado una meta
queda fija en mi mirada;
le dirijo mis esfuerzos,
no me distraigo con nada.
determino las razones,
y me lleno de paciencia;
trabajo al ciento por ciento
pero con plena conciencia.
Cuando se atoran las cosas,
siento desesperación;
y rebusco en mis alforjas
nueva determinación.
La fe, es mi gasolina
y con buenas intenciones,
siento que poseo el derecho
de cumplir mis ambiciones.
Que no consiga mi sueño
aún así, me ha sucedido;
a pesar de tanto esfuerzo
el triunfo se vuelve esquivo.
Y cuando esto me sucede,
tengo que reflexionar,
en el porqué de las cosas
que no se me quieren dar.
me convenzo que mi Padre,
quien me cuida con amor
para mí y mi plan de vida,
tiene un proyecto mejor.
Entonces, humilde, acepto
que no es ése mi camino;
abro los brazos, y espero
que me señale un destino.
Y, mientras miro hacia el frente,
un haz de luz, a mi vera
me ilumina y me sorprende
con su intensidad ligera.
Y yo, me digo, sonriendo:
¡Está bien, ya lo entendí!
Ya sé que el otro camino
no era bueno para mí.
Le pido me proporcione
la claridad y visión,
para no ahogarme en detalles
ni distraer mi misión.
¡Gracias, Padre, por las piedras
que detuvieron mi paso
para acercarme a la luz
y alejarme del fracaso!

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